Actualmente la Central Hidroeléctrica se encuentra dentro de un camping y centro de eventos, por lo cual se puede visitar pagando la entrada a este recinto privado.
El circuito histórico cultural de Lota sigue. En la actualidad, la mina de carbón que inspiró en conjunto con sus trabajadores y sus vidas a don Baldomero Lillo a escribir su famosa obra “Sub Terra” es un museo y también monumento nacional. En “El chiflón del diablo” como se le conoce a la mina, no solo se pueden encontrar objetos de la época, sino que hasta la mismísima pulpería, lugar donde los trabajadores cambiaban sus fichas por comida, sigue de pie. Solo que abierta en forma de exposición y no de negocio.
El Teatro del sindicato Número 6 de Lota, ubicado a un costado de la plaza central, es también considerado una pieza importante para nuestro país. Está también dentro de los once monumentos de la ciudad, sin embargo, a pesar de su riqueza histórica y de cuánto vale para las familias de Lota, ya que era acá donde los mineros se encadenaban cuando realizaban huelgas y exigían mejoras laborales que no llegaban, se encuentra cerrado. Sin embargo, mineros de las últimas generaciones aún cuentan con las llaves de este lugar que tiene mucho que contar.
Eduardo Flores ex minero de Enacar, es uno de los privilegiados, pues cuenta con llaves de este lugar. El teatro de los mineros de Lota es una pieza arquitectónica increíble. Se está luchando por una restauración, pues sus paredes y pilares se encuentran intactos. Han soportado varios terremotos, fuertes lluvias y temporales, sin embargo, todo se encuentra en perfecto estado.
Algo no histórico, pero digno de mencionar, es la feria de Lota. Es la única feria del país que se encuentra abierta los 365 días del año. María Ormeño, perteneciente al sindicato de trabajadores de Lota por más de 15 años, comenta que esta feria es única por su extensión y pasillos, los cuales casi son temáticos, ella lo explica así: “Al final de la feria está la parte de la ropa americana, al igual que al principio. Casi llegando a la línea del tren solo se venden mariscos y pescados y atrás está la cocinería y los hornos para los pescados ahumados. Antes de llegar a ese lugar de la feria, están quienes venden calzado nacional y antes los que venden ropa nueva. Entre ese largo pasillo hay otro que lleva a la feria donde venden cosas típicas de la zona: El maqui, los alfajores de mercocha, el mote y la nalca, además de las frutas y verduras que se encuentran en todas partes”
Es así, como esta ciudad no esconde actualmente lo que muchos años atrás se buscó no mostrar: La realidad minera y de pobreza con la que contaba su gente. A pesar del paso de los años y de las remodelaciones, Lota sigue estando entre las ciudades más pobres del país pero más rica en historia, cultura y valor humano.
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